jueves, 15 de noviembre de 2012

50 sombras más oscuras


   Saludos a todos ¿Cómo les van las cosas? Espero que bien. Yo aún me estoy acostumbrando a mi nueva vida, pero ahí voy haciendo progresos. Lo que más me cuesta es la comida. Un tema que tardaré un poco en dominar. Pero bueno, no estoy escribiendo esto para contar mi drama personal, que tampoco es tan interesante como puede serlo la segunda parte de la trilogía de 50 sombras de Grey, que es de lo que realmente voy a hablar. Sorprendentemente he ido sacando pequeños espacios de tiempo que he usado para continuar disfrutando esta historia, que la catalogaría como de romance con acción, y ya se imaginarán a qué tipo de acción me refiero. Porque seguiremos disfrutando de muchas escenas subidas de tono. Así que, ya saben lo que advierto siempre, si sigues leyendo es bajo tu responsabilidad.
   ¿Recuerdan el final del primer libro? Ana había dejado a Christian porque se dio cuenta de que no podría seguir el ritmo de los juegos eróticos basados en el BDSM (Bondage, Disciplina y Dominación, Sumisión y Sadismo y Masoquismo). Pues no ha pasado una semana todavía y Christian vuelve a contactar con Ana para llevarla a la exposición de José, amigo de Ana y rival (sin muchas posibilidades) de Christian. Por supuesto, la joven accede llena de dudas pero lo hace porque no puede reprimir los sentimientos que tiene por Grey. Y, obviamente, él también sigue interesado en la joven. Después de la exposición ambos hablan sobre ellos, su relación, lo que esperan del otro y sí, como seguro se habrán imaginado, hay reconciliación. Más que una ruptura lo que pasó fue una pequeña pelea de enamorados. Así que Ana marca la pauta de que quiere dejar un poco de lado todo lo relacionado con el contrato de Dominante/Sumisa ya que desea una relación normal de novios, porque ama a Christian y necesita más que sexo. Para sorpresa de la chica él accede y está dispuesto a intentarlo, admitiendo que no puede vivir sin ella, algo de lo que se ha dado cuenta en esta última semana que han pasado separados.
   Sin embargo, esta felicidad se ve empañada por la sombra de una ex-sumisa de Christian, Leila, una joven muy parecida a Ana físicamente que se topa con ella en la calle, dejando muy patente su deteriorado estado físico y mental. Ahora parece que quiere hacerle daño a Ana para lastimar a Christian, por lo que monta un par de escenas de celos intentado suicidarse sin éxito y estropeando el Audi A3 que Grey le había regalado a Ana. Ambos episodios son descritos a posteriori en el libro. También hay otra sombra que planea sobre la complicada relación de estos dos, y es una más grande y oscura, mucho más persistente, la Sra. Robinson, ahora Sra. Lincoln. Elena Lincoln no es otra que la mujer que introdujo a Christian en el mundo del BDSM cuando él solo contaba con 15 años. Sobra decir que Ana no puede tolerar a la Sra. Lincoln y le dedica los peores pensamientos, echándole la culpa de que Christian sea como es gracias a sus anormales formas de ayudarlo en su juventud sumándose a su dramática infancia. Pero Elena sigue siendo para Christian una gran amiga y una compañera de negocios, algo que solo puede empeorar la situación. Es más, Elena insiste en hablar varias veces con Ana, cosa que la protagonista se niega a hacer en redondo.
Portada de este segundo libro. La máscara es una clara referencia a un cena benéfica de la historia en la que había que utilizarla, también se puede cosiderar como juguete erótico.
   Poco a poco somos testigos de cómo Christian hace progresos gracias a Ana, dejándose llevar por sus sentimientos y confesándole que la ama ¡Sí! Gran alegría para la joven que ve como todo marcha bien, pero, alguien más intenta arruinarlo todo. Se trata de Jack Hyde, su jefe en su nuevo trabajo, una pequeña empresa editorial. El tipo no es más que un desgraciado que se aprovecha de sus subordinadas para acosarlas y acostarse con ellas. No le hará la vida muy fácil a Ana, es más, intenta propasarse con ella, lo que se vuelve en su contra ya que acaba con una patada en la entrepierna (propinada por Anastasia), una brutal paliza (gentileza de Tylor, el chófer ex militar de Christian y el propio Grey) y despedido de la empresa ya que, ¡sorpresa!, Christian ha comprado la editorial para poder tener a Anastasia bajo su protección. Un obstáculo menos. Queda el tema de Leila, la cual entra en el antiguo apartamento de Ana, sorprendiéndola allí cuando esta iba a recibir a Ethan, el hermano de su mejor amiga Kate. Leila está armada, pero no parece peligrosa, su mente divaga sin sentido cómo una tarada. Tras un capítulo que nos pone los pelos de punta por la tensión, Christian irrumpe en la habitación salvando a Ana y actuando como el hombre dominante que es para aplacar la locura de Leila. Esto le da a Ana una visión de lo que hubo entre los dos en el pasado, algo que no le gusta ver y se va de allí con Ethan, para ahogar un poco las penas.
   De regreso a la casa de Christian, Ana se topa con un hombre roto pensando que ella lo va a dejar nuevamente, nada más lejos de la realidad, porque esta vez Ana no va a escapar, pero Grey no se lo cree y le pide que se casen ¡Este chico es un encanto, a pesar del pesado equipaje que arrastra! Por supuesto, Ana no le contesta inmediatamente, pero creo que ya nos imaginamos que le va a decir que sí. Pero toda la felicidad se desvanece cuando Christian desaparece repentinamente. Su helicóptero, en el cual viajaba, ha desaparecido. Horas de angustia para la familia entera y para Ana, hasta que finalmente el joven regresa sano y salvo de este extraño accidente. Muy extraño. Pero todo queda empañado por la alegría de volver a tenerlo de vuelta y Ana admite que no puede vivir sin él. El perderlo supondría un golpe muy duro para ella. Así que todo transcurre con normalidad y llega el domingo, día del cumpleaños de Christian. Ana le hace un regalo muy curioso: un llavero de la ciudad de Seattle (que es donde se desarrolla la trilogía de 50 sombras) con la palabra sí ¡Se van a casar! En la fiesta de cumpleaños de Christian, en casa de sus padres, este hace público el feliz acontecimiento, pero no todo es felicidad. Elena Lincoln no parece muy feliz por la noticia y se atreve a encarar a Ana, reprochándole que ella no es buena para Christian. Afortunadamente él interrumpe la discusión y encara a su antigua amante, advirtiéndole de que se mantenga al margen de las decisiones que él toma en su vida. Pero Elena es contumaz y no parece darse por vencida, es entonces cuando Grace Grey, la madre adoptiva de Christian, entra en escena con una actuación arrolladora: abofetea a Elena y la hecha de su casa, al descubrir (casi 10 años después) que su supuesta “amiga” había abusado de su hijo cuando éste era adolescente ¡10 puntos para Grace! ¡Realmente fantástica!
   Alejada la sombra de Elena la fiesta de cumpleaños parece retomar su rumbo natural y nos despedimos de Ana y Christian siendo felices. Pero, alguien parece interesado en vengarse. ¿Quién es? Al parecer es el causante del extraño accidente de helicóptero, un hombre apaleado. No se nombra, pero apuesto cualquier cosa de que se trata de Jack Hyde. Por esta última parte me imagino que la preparación de la boda, que seguro que continúa en la última entrega titulada 50 sombras liberadas, no es muy pacífica que digamos, ya que me niego a creer que Elena no vuelva a interrumpir en la vida de Ana y de Christian de manera muy perjudicial y que Jack intentará vengarse también por su humillación. Espero con ansias leer la tercera parte, ya les contaré.
   ¿Qué más puedo decirles de 50 sombras más oscuras? Una continuación bonita de una historia de amor/sexo muy peculiar ¿quién no querría ser Anastasia Steele en algún momento? A mí no me importaría aunque el libro es interesante, quizás ha perdido un poco la expectación del primer volumen, supongo que es porque ya conocemos a Christian y no es tan enigmático como al principio, a pesar de que Ana a veces se ve confundida por su comportamiento. Sin embargo, se las recomiendo y pronto comenzaré a devorar la última parte. Espero que no me decepcione el final. Sin nada más que añadir, sean felices y disfruten. Nos vemos.

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